La ciudad más linda del mundo

Marzo de 2016. Estamos en un sótano de Secondigliano, un barrio periférico de Nápoles. A nuestro alrededor, botines, camisetas, fotos, bufandas, pelotas y contratos del Diego. Unas reliquias que un fanático del Napoli reunió durante los siete años que D10S estuvo en Italia. Massimo Vignatti, nuestro anfitrión y el fanático en cuestión, nos mira muy serio y asegura: “Nápoles es la ciudad más linda del mundo”. Nos miramos, mientras hacemos un repaso mental de nuestra visita: el casco histórico, el Vesubio, el golfo, el paseo costero, el Quartieri Spagnoli, el Vomero, Posillipo, la margherita, la sfogliatella y, claro, Su presencia, en todas partes. No nos atrevemos a contradecir a Massimo.

Enero de 2022. Si algo nos debíamos de nuestro primer viaje a Nápoles era una visita al estadio San Paolo, rebautizado Diego Armando Maradona en diciembre de 2020 tras el fallecimiento del ídolo. Un viaje relámpago de un fin de semana parecía ser lo mejor para saldar esa deuda, sobre todo si el viaje coincidía con un partido del Napoli de local, y más aun si era contra la Juventus, y mejor todavía si los Azzurri iban primeros.

Aunque ya estábamos acostumbrados desde nuestra primera vez, el culto al Diego nos volvió a sorprender. La partida del astro solo intensificó su adoración. Simplemente está en todas partes. Como imán de heladera en las tiendas de souvenirs, como libro en las librerías, como camiseta en los puestos de venta de ropa deportiva, como nombre de los aperitivos en los bares, como estampa en las barras de los restaurantes, como mural en las paredes de los edificios. Hasta el altar del bar Nilo, donde ya en 2016 se exhibía un supuesto “cabello milagroso de Maradona”, tuvo una importante actualización. Lo que antes era apenas un cuadro enmarcado se transformó en una especie de pesebre con estampitas del Diez en distintos momentos de su vida, la tapa del día después que Argentina ganó el Mundial 2022 en Catar (Messi besando la copa y el título “Maradoha”) y, claro, el cabello, protegido dentro de un exhibidor de vidrio giratorio.

El Diego está más vigente que nunca en una ciudad que lo adora sin condiciones. Caminar por Nápoles es embriagarse de emoción en cada esquina. Y en lugares como el Quartieri Spagnoli, un barrio de bloques de viviendas y calles estrechas, esa emoción termina inevitablemente en lágrimas. Donde en 2016 había una pintada del Diego algo descuidada sobre la pared de un edificio, ahora está el Largo Diego Armando Maradona, un impresionante altar a cielo abierto a donde llega gente a todas horas del día para rendirle homenaje, dejándole flores, velas, camisetas, fotos, calcomanías, lo que sea.

Otro lugar que sumamos a nuestra peregrinación maradoniana en esta segunda visita fue la casa donde el Diego vivió durante sus años en Nápoles. Una simple búsqueda en internet bastó para dar con la dirección, pero de todas maneras nos costó llegar porque la dirección no estaba bien cargada en Google Maps. La casa no dice gran cosa, ya que no tiene absolutamente nada que la relacione con el Diego. Un poco triste y, si me preguntan a mi, una oportunidad desperdiciada.

El bar Nilo

Pero lo que no le falta al Diego en Nápoles son homenajes, y el estadio que lleva su nombre es la prueba definitiva de eso. El Diego Armando Maradona es una mole impresionante de forma ovalada en la que caben 55 mil personas, que desde más de una hora antes del partido contra la Juventus ya estaba lleno a reventar. A nuestro alrededor, el dorsal que, por lejos, más se veía en las camisetas que llevaban los hinchas era el 10 de Maradona. Si un marciano hubiera bajado en ese momento a la Tierra, hubiese sido difícil explicarle que Maradona no era un jugador del equipo actual, sino uno que se había ido del club hacía treinta años. De hecho, el número diez hace rato que dejó de usarse en el Napoli.

Para seguir con las emociones, empezó a sonar por los parlantes del estadio “La mano de Dios”, de Rodrigo. La mayoría de los hinchas no podía seguir la letra en español, pero cuando llegó la parte de “olé, olé, olé, olé, Diegooo, Diegooo” el coro fue ensordecedor. Y antes de que pudiéramos recomponernos, salió el equipo a calentar y empezaron a pasar “Live is life”, una canción que el Diego hizo famosa en 1989 durante el calentamiento de un partido contra el Bayern Munich, en el que se puso a hacer una serie de jueguitos imposibles con la pelota al ritmo de la música, mientras todo el estadio y hasta los rivales no podían creer lo que estaban viendo.

Con todo ese espectáculo ya podríamos habernos ido en paz, pero había un partido por jugar. ¡Y qué partido! El Napoli arrolló a la Juventus (segundo en la tabla) 5 a 1, para que el Diego Armando fuera una fiesta de gritos, lágrimas, abrazos y cantos. Es cierto que los cantos de la hinchada no son tan sofisticados como en Argentina, pero hubo algunos muy buenos, como por ejemplo:

E’ lunedì, che umiliazione,

andare in fabbrica a servire il tuo padrone,

oh Juventino ciucciapiselli,

di tutta quanta la famiglia Agnelli!

E juve merda, juve juve merda!

——-

Es lunes, qué humillación,

ve a la fábrica a servir a tu patrón,

oh juventino lameculos,

de toda la familia Agnelli!

¡Y juve mierda, juve juve mierda!

Un poco de contexto: la familia Agnelli es dueña de la Juventus y también de la fábrica de autos Fiat. Otra:

Sarò con te,

Tu non devi mollare,

Abbiamo un sogno nel cuore,

Napoli torna campione!

——-

Estaré contigo,

no tienes que rendirte,

tenemos un sueño en nuestros corazones,

¡Napoli vuelve a ser campeón!

Y el clásico, el infaltable, aquel que se corea sin falta todos los domingos de partido desde 1991 como un rito:

O mamma mamma mamma

o mamma mamma mamma

sai perche’ mi batte il corazon?

Ho visto Maradona

Ho visto Maradona

eh, mamma’, innamorato son!

——-

Oh mamá mamá mamá

oh mamá mamá mamá

¿Sabes por qué me late el corazón?

He visto a Maradona

He visto a Maradona

eh, mamá, ¡estoy enamorado!

La casa de D10S

Durante los días en Nápoles aproveché a leer un libro llamado “Historias del calcio”, como para ponerme a tono. Resultó no ser la gran cosa, pero me gustó mucho una parte donde se pregunta por qué el fútbol es tan popular en todo el mundo, siendo que es un deporte con poca dinámica, impreciso y pocas acciones vistosas. La respuesta del libro es que el fútbol es atractivo para las masas justamente porque es caótico y, como tal, imprevisible. Cualquier club de cualquier lugar del planeta tiene derecho a soñar con la gloria, porque al final del día no hay imposibles cuando empieza a rodar la pelota. Y en uno de los lugares más marginados de Europa, Diego demostró que se pueden cumplir los sueños de hasta aquellos que no tienen permitido soñar.

En 1987 el Napoli se consagró Campeón de Italia por primera vez en su historia de la mano de D10S. Dicen que los festejos fueron tan grandes que, unos días después, un grupo de hinchas colgó en la entrada del cementerio de la ciudad una bandera que decía: “No saben lo que se perdieron”.

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