¿Y por qué no? sería la respuesta inmediata. Australia tiene fama de ser un buen lugar: seguro, buen clima, baja tasa de desempleo, ciudades hermosas y una economía bastante estable. Todo esto puede ser cierto, pero la frase que más se escucha sobre el país vecino acá en Nueva Zelanda es “allá se gana mucha más plata”.
No es que nunca lo hubiéramos pensado. Las ganas de seguir viajando siempre estaban rondando nuestras cabezas y barajábamos distintas alternativas. Australia era una de ellas, pero tenía sus problemas. La aplicación a la working holiday (misma visa que obtuvimos para venir a Nueva Zelanda) requería realizar una cantidad considerables de trámites, algunos de los cuales incluían gastar mucho dinero, viajar y hasta… estudiar!
A favor de la tierra de los canguros estaba el hecho de que está cerca, los pocos días que estuvimos allí nos gustó mucho y, por supuesto, “allá se gana mucha más plata”. Así que en algún momento de junio decidimos intentarlo y pusimos manos a la obra.
Sydney, nuestro primer contacto con Australia
Entre los muchos requisitos que pide la visa de Australia sobresalen el tener al menos dos años de estudios universitarios/terciarios aprobados (una llamada a Argentina para que nos envíen nuestros títulos solucionó este problema), demostrar una cantidad considerable de dinero (un año de trabajo duro en Nueva Zelanda solucionó este problema), y aprobar un examen de inglés conocido como IELTS con un puntaje de al menos 4.5 (sobre un total de 9).
Este era el punto crítico, al menos para mí. Ro tiene un inglés muy bueno tirando a bilingüe pero yo, bueno, digamos que vine creyendo que sabía más, acá caí a la cruda realidad y de a poco me fui levantando. Entablo conversaciones, busco trabajo, llamo por teléfono, pero como que queda a la vista que me falta una buena pulida.
Pero bueno, había que rendirlo y estaba claro que era el primer paso, porque sin eso no tenía sentido hacer el resto de los trámites. Así que nos anotamos, pagamos la muy generosa cuota de inscripción y nos preparamos durante casi tres semanas para el examen.
Y nos preparamos en serio, al menos yo que durante ese tiempo no trabajé y dediqué varias horas al día a hacer ejercicios, leer libros y escuchar audios con el objetivo de mejorar mi inglés en tiempo récord. La preparación dio sus frutos y llegamos al día del examen bastante conformes con nosotros mismos, aunque completamente nerviosos, claro. Nuestro futuro y la dolorosa cuota de inscripción estaban en juego.
El examen se dividía en cuatro partes: una entrevista oral individual y después todos en un salón a realizar ejercicios para escuchar, leer y escribir. Personalmente fui de menor a mayor, empezando con una entrevista que no me dejó buenas sensaciones. Pero al final del día, y tras unas exhaustivas tres horas y media de evaluación, nos fuimos satisfechos.
El karma fue esperar dos semanas para tener los resultados, aunque felizmente valió la pena porque los dos aprobamos con buen margen: Ro sacó 8 (sobre un total de 9) y yo 7. Nada mal en absoluto.
Australian Open en Melbourne, segunda visita a los vecinos
El resto parecía pan comido. Terminamos de reunir los papeles necesarios, viajamos a Wellington (capital de Nueva Zelanda) a realizar algunas certificaciones y mandamos todo a Argentina, porque las cosas se presentan sí o sí en Buenos Aires. Por suerte la respuesta no demoró los treinta días que dice la página web de la Embajada de Australia, porque nuestros nervios no iban a soportar tanto. En menos de una semana ya teníamos el sí positivo.
Resultado del IELTS. ¿Ya soy bilingüe?
Así relatado parece cosa de coser y cantar, pero realmente fueron semanas de un papelerío intenso para sacar una visa de la que no hay mucha información, especialmente si querés aplicar directamente desde Nueva Zelanda. Ro se la jugó varias veces por el equipo dedicando mucho tiempo a la investigación en Internet y el contacto con cónsules varios, embajadores, jueces, representantes de futbolistas y traficantes de golosinas.
Ahora que ya pasó y pudimos dar a conocer la noticia la satisfacción es completa. El país vecino nos espera con su seguridad, buen clima, baja tasa de desempleo, ciudades hermosas, economía estable y, esperemos también, con esa promesa de tantas voces anónimas cumplida: “allá se gana mucha más plata”.
Los seguiremos por australia entonces! Nuevos aires y nuevos rumbos veremos que nuevas y divertidas historias traen!
Sigan participando y nosotros nos colgamos!