Tras meses de planificacion arrancamos el viaje de ruta por Nueva Zelanda, o como es conocido bajo su nombre cool, Road Trip. El jueves 30 salimos de Christchurch rumbo al sur, más precisamente a Dunedin, una ciudad a la que le debíamos otra visita.
Antes de llegar nos detuvimos a almorzar en Oamaru, un pueblo bastante pintoresco con un centro que conserva la mayoría de los edificios de la época colonial del siglo XIX. Sin mucho más para ver seguimos adelante y llegamos a la ciudad de fuerte influencia escocesa cerca de las cuatro.
Entre las actividades que hicimos en esta segunda visita se destacan la caminata para ver los impresionantes acantilados de Tunnel Beach y otra que nos llevó al extremo de la hermosa Península de Otago atravesando un sendero de verdes praderas en la montaña superpoblado de ovejas.
También hicimos el tour guiado por la fábrica de Cadbury, el cual no fue muy interesante pero al menos obtuvimos chocolate gratis, y fuimos a ver Baldwin Street, la calle más empinada del mundo que en su punto más inclinado alcanza los 19 grados (sé que no suena tan tremendo pero realmente impresiona verla).
El paso por Dunedin también nos dejó un cambio de neumático y la no grata sorpresa de que el colchón inflable que sólo usamos dos veces desde que lo compramos estaba pinchado, cosa que por supuesto descubrimos durante la noche y cuando afuera de la carpa estaba lloviendo a cántaros. Encima cuando al día siguiente fuimos a comprar otro y volvimos contentos listos para instalarlo nos dimos cuenta de que nos habiamos confundido de tamaño y habiamos llevado uno de una plaza!
Al menos el camping era de los mejores que hemos estado, con lindos baños que incluían jabón y luz. Lo curioso es que formaba parte de un hipodromo, es decir, era un espacio verde para vehículos y/o carpas que estaba atrás de la pista donde corrían los caballos. Se ve que el negocio de las apuestas no andaba muy bien y había que reforzarlo con unos ingresos extras.
Nuestra ruta siguió rumbo al suroeste con destino a Invercargill, la ciudad más austral de Nueva Zelanda, pero como ya sabíamos de antemano que allí no había mucho para ver decidimos realizar el trayecto por la ruta escénica en vez de la más directa.
Y qué es una ruta escénica? Es un camino como cualquier otro pero con un montón de desvíos y paradas turísticas con lugares para caminar y ver algo en el paisaje. Esa región en particular que hicimos se llama The Caitlins y es conocida como una de las rutas más lindas del país. Atraviesa hermosas y verdes praderas llenas de ovejas, cada tanto deja ver el mar y para la mayoría de los paseos se bifurca en innumerables caminos de tierra.
Estudiando a fondo algunas guías que tenemos de Nueva Zelanda marcamos las paradas que queríamos hacer, porque detenerse en todas puede llevarte dos o tres días enteros. Primero fuimos a Nugget Point desde donde hay impresionantes vistas de los acantilados y el mar, después visitamos las Purakaunui Falls (una pequeña cascada, aparentemente el lugar más fotografiado del país) y de ahí a un bosque donde según la Lonely Planet (una de estas famosas guías) había árboles fucsias… Y vacas voladoras. En fin, seguimos por Curio Bay (linda playa, mal avistaje de pingüinos), Slope Point (el punto más austral de Nueva Zelanda) y Waipapa Point (una playa con un faro que recuerda a una tragedia marítima del siglo XIX).
Después de ese exhaustante pero hermoso recorrido llegamos a Invercargill, una ciudad de 50 mil habitantes que apenas verla nos recordó nuestros tiempos en Hastings, con sus calles céntricas desiertas un sábado a la tarde. Pero sin dudas lo mejor que nos llevamos de este lugar fue el camping donde paramos, el Central City Camping Park, muy probablemente el mejor camping de Nueva Zelanda. Aunque era un poco más caro de lo que pagamos habitualmente, lo valía completamente. Duchas de agua caliente, wifi gratis, cocina limpia y totalmente equipada, sala de estar con sillones y TV y hasta un mapa del mundo para que marcaras de que país sos. Un lujo.
El problema fue a la noche cuando el viento huracanado que soplaba empezó a sacudir la carpa para todos lados y amenazó con derrumbar su frágil estructura. Así que después de intentar infructuosamente dormir por dos horas decidimos mudarnos al auto, el cual increíblemente también se sacudió un poco con el viento.
Y así concluye esta crónica de los primeros días de road trip. Nos leeremos pronto desde algún otro punto de Nueva Zelanda. No tengo ni idea cuál pero más al norte será seguro.