Working holiday parte 2: el desafío australiano

Casi un mes pasó de la última actualización del blog pero acá estamos, seguimos firmes y en la ruta. Asia quedó atrás y nos encontramos nuevamente en Oceanía, aunque ahora en Australia, el país de los canguros y de los Juegos Olímpicos Sydney 2000. Para los despistados, les recuerdo qué vinimos a hacer aquí: básicamente lo mismo que a Nueva Zelanda, trabajar, vivir, recorrer y hacernos millonarios. Hay algunas diferencias, o es lo que siempre nos dijeron, por caso se gana mejor, las ciudades tienen más para ofrecer, tiene menos paisajes naturales y todo es más caro. En casi un mes que llevamos acá todavía no puedo decir mucho de la mayoría de estas cosas, aunque las referidas al dinero parecen estar en lo cierto.

Con el entrenamiento que trajimos de la tierra kiwi, apenas siete horas después de haber aterrizado en un vuelo que llegó muy demorado (a las 3 de la madrugada), estábamos en las calles de Melbourne abriendo cuentas bancarias, comprando chips de teléfonos y aplicando para números de seguridad social. Lo básico para poder comenzar con la búsqueda laboral. Y por qué Melbourne? Bueno, no es que haya muchas opciones. Australia es un país muy grande en territorio pero tiene unas pocas ciudades además de esta: Sydney, Adelaida, Brisbane, Perth, Canberra y alguna más que me estaré olvidando. Así que era o elegir ir al enorme desierto que es el centro del país a trabajar en el campo bajo cincuenta grados o a una estación de servicio en el medio de la nada o probar suerte en la gran ciudad. Elegimos esta última opción por razones obvias, aunque si la economía lo manda no descartamos el desierto en un futuro. Y entre las grandes urbes nos decidimos por Melbourne porque ya la conocíamos de antes y muchas referencias leídas en diversos medios la señalan como una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo. Con semejante pergamino merecía una oportunidad.

En el tiempo que llevamos no nos ha decepcionado. Hay gente a toda hora en las calles, tiene muchos barrios atractivos, una gran movida cultural y buena cantidad de eventos dignos de los lugares más importantes del mundo. La primera semana fuimos a ver un partido de la Copa Asiática de Fútbol (ya sé que Australia está en Oceanía pero compite con los asiáticos en fútbol), la segunda semana el Australian Open de tenis y en los próximos meses esperamos con ansias el recital de Foo Fighters, el Gran Premio de Fórmula 1 y la Copa Mundial de Cricket (?). También tiene exposiciones y muestras gratis de lo más interesante, como una que encontramos un domingo de casualidad llena de videojuegos antiguos y modernos que nos entretuvo durante algunas horas.

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Melbourne

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Acción de la Copa Asiática de fútbol: Japón vs Jordania!

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Australian Open

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Despuntando el vicio con los clásicos

Melbourne es muy cosmopolita y eso se nota por todos lados, ya que es común cruzarse con gente de distintos rasgos faciales y que habla diferentes idiomas. Es que este país ha sido considerado una especie de tierra prometida por montones de africanos, asiáticos (especialmente chinos) y otras poblaciones castigadas, que vieron en la gran extensión de territorio y la poca población las posibilidades que no se les abrían en sus países. Un ejemplo claro de la cuantiosa inmigración es el de Nick Kyrgios, el nuevo ídolo del tenis australiano que tiene 19 años y acá ya hablan como si fuera Federer. Para empezar, el bueno de Nick (es un decir, en realidad es un soberbio el pendejo) tiene apellido griego, su madre es malaya y él es de piel morena, pero nació en Australia! Y los aussies (apodo diminutivo que los australianos se dan a ellos mismos, como el kiwi en Nueva Zelanda), tan desesperados como están por nuevas figuras, decidieron dejar de lado su famoso racismo porque de otra manera estaban condenados al ostracismo.

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Una publicidad convoca a la rivalidad en el clásico de cricket de la ciudad. Se imaginan algo así en Rosario??

Las dos primeras semanas en Melbourne nos alojamos en el único lugar que pudimos conseguir desde el exterior, una habitación en una casa compartida en el barrio de Cheltenham, a más de 20 kilómetros del centro. Lo bueno es que la ciudad tiene un buen sistema de transporte público que incluye trenes, colectivos y tranvías con buenos horarios y hacer largas distancias no suele ser un problema. De todas maneras, pasados esos primeros quince días nos mudamos al CBD (centro de la ciudad), donde alquilamos un confortable departamento de una habitación para nosotros solos por apenas un poco más de lo que nos costaba vivir con otros bastardos alegres compañeros. La vida de backpacker se quedó en Asia.

A diferencia de Argentina, en Australia alquilar una propiedad es un proceso relativamente sencillo aunque también más dependiente del dueño. Es que en cuanto a papeles no te piden garantías, ni recibos de sueldo ni nada, solamente hay que llenar un formulario de aplicación y entre todos los interesados el dueño y/o la inmobiliaria eligen al mejor candidato. Como nosotros no podíamos suministrar ni una referencia laboral actual pensábamos que nadie nos eligiría como inquilinos, pero increíblemente nos llamaron para el departamento del centro apenas dos días después de verlo. Un mes adelantado y otro de depósito y ya teníamos la llave en nuestro poder.

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Poniendo el gancho

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Primera cena en el departamento nuevo antes de conseguir mesa

Algo que nos llamó mucho la atención de este país fue la gran cantidad de veces que trataron de estafarnos por internet. Aunque llevamos años comprando cosas online, buscando trabajo y otras yerbas nunca nos había pasado de que tantos estafadores se pusieran en contacto con nosotros. Primero fueron los que nos ofrecían departamentos impresionantes para alquilar a un precio irrisorio. Después de un primer acercamiento nos contaban que vivían en el exterior y que nos mandarían la llave por correo después de que les transfiriéramos el depósito. En un momento ya empezaron a cansarnos y yo me tomé la molestia de responderles a algunos estafadores, diciéndoles cosas como que me dedicaba al narcotráfico y vivía en la luna ante el requerimiento de datos personales.

En fin, entre una cosa y otra se nos fue ya casi un mes de la segunda experiencia working holiday. De todo lo relativo al trabajo no hablo ahora porque la búsqueda ha sido tan amplia, diversa y con resultados tan inesperados que alcanza para una nota propia. Así que para que no pase otro mes sin novedades la dejo lista para ver la luz en los próximos días. Mientras tanto seguimos descubriendo Melbourne y todo lo que tiene para ofrecernos.

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