Una esquina de Buenos Aires

Estoy sentado en un bar de Santa Fe y Libertad, en el centro de Buenos Aires. Son las 11.45 de una mañana de enero y la temperatura supera los 30 grados. En la puerta del bar está exhibida la cotización del dólar, el real y el euro. Le pregunto a un mozo si el primer piso está abierto y me responde que sí, aunque “no es de mi agrado ir”. Igual subo y me siento. Mientras espero que me atiendan, miro la calle a través de la ventana.

Pasa un hombre con camiseta de los Lakers empujando un carro cargado hasta el tope de mercadería. Una moto de Glovo esquiva a una anciana que cruza de manera imprudente. Circulan muchos taxis y colectivos. Los colectivos se ven nuevos, pero tienen una estética antigua. Viene el mozo a tomarme el pedido. Un hombre y una mujer se encuentran en la esquina, se abrazan y se ponen a conversar.

Un cincuentón en bicicleta pasa haciendo repartos para Pedidos Ya. Un perro cruza la calle. Una mujer avanza por la senda peatonal con el brazo en alto, para detener a un colectivo que se dispone a doblar. En cada pequeño hueco que los peatones dejan, los vehículos que aspiran a doblar aprovechan. El mozo me trae el pedido. Algunos obreros cargan largos tubos de PVC. Un hombre se sienta en un cantero en la vereda para revisar el celular. Un colectivo se detiene apenas unos centímetros detrás de un taxi que frena al doblar. Se insultan. Los dos que se encontraron en la esquina siguen hablando.

Una mujer pasea cuatro perros. Una señora le da indicaciones a uno con aspecto de turista. Un anciano cruza la calle con saco, pantalón de vestir, zapatos y un pañuelo rojo que sobresale del bolsillo. Dos hombres se saludan con un apretón de manos a medio camino del paso de cebra y siguen adelante. Una enfermera pasa empujando a un anciano en silla de ruedas y conectado a un suero. Los dos que se encontraron en la esquina siguen hablando.

Un hombre cruza sosteniendo el teléfono a la altura de su boca, como un walkie talkie. Otro pasa corriendo cuando el semáforo está por cambiar. Una mujer arrastra un carro por la calle, donde va recolectando cartones. Una pareja de presumibles extranjeros camina por la vereda con borcegos y sombreros de cowboy. Un anciano cruza, un auto dobla sin cederle paso y casi lo choca. El anciano le tira una patada. Después le hace fuck you y se va insultando. Pasaron 45 minutos; pago y me voy del bar. Los dos que se encontraron en la esquina siguen hablando.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *