Un poco de turismo

La visita de mis padres a fines del mes pasado fue la excusa perfecta para dejar de trabajar un poco y vivir Nueva Zelanda de una manera diferente por tres semanas. Porque desde que llegamos hace casi ocho meses, si bien hemos recorrido bastante, también tuvimos que ocuparnos de ganar dinero, buscar casas, mantener un auto, hacer las compras y tantas otras cosas rutinarias. Por eso estuvo bueno pasar unos días más relajado y vivir el país casi como un turista.

La primera semana la pasamos en Christchurch haciendo los paseos tradicionales para los que no conocen la ciudad: el centro en ruinas, la playa de New Brighton, el puerto de Lyttelton, el jardín botánico, el Museo de Canterbury, el shopping de Riccarton, entre otros. Además hicimos el paseo en tranvía por el centro de la ciudad, que resultó muy atractivo aunque también muy corto porque su recorrido fue reducido enormemente debido a la reconstrucción.

Un punto curioso de los paseos fue la visita a una mezquita, esos templos donde se reúnen los musulmanes a rezar, ya que a mis viejos les resultaba curioso. Los musulmanes nos recibieron bastante bien, aunque no entendían mucho por qué simples turistas querían entrar a un lugar así, pero el aire no dejó de ser un poco tenso para nosotros durante el tiempo que estuvimos allí dentro. Especialmente cuando la conversación tornaba hacia cuestiones religiosas que ni de lejos queríamos discutir con ellos.

También volvimos a ir a Akaroa, esa hermosa villa francesa cercana a Christchurch, y en la segunda semana emprendimos viaje hacia Queenstown, donde teníamos reservado hotel por dos noches. Aquí radicó una de las enormes diferencias con mi primera visita: no se puede comparar la calidad de un hotel con vista al lago con dormir en carpa o en el auto. También el hecho de andar como turistas hizo que hiciéramos otras actividades, como un paseo en barco por el lago Wakatipu que a su vez incluía una entrada gratuita al observatorio bajo el lago para poder apreciar a los peces en su hábitat natural.

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Navegando en Queenstown bajo la nieve

Y como frutilla del postre de este viaje, en la segunda noche en el hotel (nuestra última noche) se cortó la luz en la habitación, sólo en la nuestra, y tras avisarle al encargado de la recepción éste ofreció sus disculpas y un desayuno gratuito para los tres al día siguiente para compensar las molestias. Desayuno que si hubiéramos tenido que pagarlo costaba 17 dólares cada uno.

Después de unos días más en Christchurch nos subimos a un avión hacia Wellington, la capital del país, para pasar allí tres días. Esta era una de las grandes ciudades de Nueva Zelanda que yo todavía no conocía y me gustó mucho. Está edificada sobre colinas que dan a una entrada del mar, es muy verde, moderna y conviven edificios nuevos con otros más tradicionales de estilo inglés.

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Wellington desde el Monte Victoria

El primer día visitamos Te Papa, el museo nacional de Nueva Zelanda, el cual tiene entrada gratuita y es enorme. Como no somos muy aficionados a este tipo de lugares le dimos una recorrida rápida pero igual nos gustó mucho. Interesante, muy interactivo y con muchas cosas para hacer. Además tiene wifi libre y gratuito con lo cual lo convertimos en nuestro refugio de cabecera cuando el clima era feo.

Sin seguir un orden cronológico y apelando a mi memoria visitamos en Wellington el cable car (una especie de tren que sube a la colina desde donde se aprecia una hermosa vista de la ciudad), el Jardín Botánico, el Museo de la Ciudad (también gratuito e interesante), la antigua catedral de San Pablo que está íntegramente construida de madera, The Weta Cave (un famoso taller donde construyeron muchos de los trajes y armas que se usaron en El Señor de los Anillos), los edificios del Parlamento (que incluyeron una visita guiada gratuita por su interior) y el mirador del Monte Victoria desde donde se ve toda (literalmente) la ciudad.

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Costanera de Wellington

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La armadura original del Señor de los Nazgul en The Weta Cave

Y al cuarto día volamos a Auckland para los últimos tres días del Padre’s Road Trip Across New Zealand (viaje rutero a través de Nueva Zelanda).

Nos alojamos en un hotel en el centro que de afuera parecía que se caía a pedazos y no tenía ascensor, pero la habitación resultó ser inesperadamente cómoda. Además la ubicación era muy buena, ya que desde allí pudimos recorrer caminando la zona de la bahía de Auckland, la Queen Street (calle principal llena de comercios) y la imponente Sky Tower, de 328 metros y desde donde la gente se tira al vacío amarrada a unos arneses (obvio que digo la gente y yo no me incluyo ni a palos).

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Bungee jumping desde la Sky Tower de Auckland

Nosotros nos limitamos a subir por ascensor hasta el piso 51, desde donde se aprecia una increíble vista panorámica de la ciudad y la bahía con sus islas, incluida una parte de la Península de Coromandel (donde vivíamos en Kopu y Thames, qué tiempos aquellos).

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Desde la cima del mundo

Cuando dejamos de caminar y nos subimos a un colectivo fuimos hasta la zona del Monte Edén, aunque no vimos nada debido a la intensa niebla que había. También nos llegamos hasta el Museo de Auckland, donde sí tuvimos que pagar (y bastante) y no nos pareció tan interesante como Te Papa en Wellington.

Como en Queenstown, nos despedimos de Auckland con una grata sorpresa. El último día, donde teníamos nuestros respectivos vuelos a la tarde, salimos a pasear a la mañana por el puerto con la esperanza de encontrar alguna navegación corta que diera una vuelta por la bahía y volviera. Al principio no tuvimos suerte, todo era caro, los horarios no se ajustaban a lo que necesitábamos o las embarcaciones sólo iban a las islas cercanas.

Hasta que vimos un barco que estaba por salir, me acerqué a la ventanilla de información a decirle nuestra idea de paseo y me dijeron que ese mismo barco iba a recorrer la bahía por una hora, volvía al mismo lugar y ¡era gratis! Sí, increíble, justo para nosotros. Sin preguntar demasiado subimos, zarpamos y viajamos. Broche de oro para una agradable estadía en Auckland y en Nueva Zelanda en general.

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Navegando gratis en Auckland

Los caminos de la vida nos llevaron a trasladar el encuentro familiar de Rawson y/o Rosario hasta acá. ¿Quién sabe a dónde nos llevará la próxima vez? Veremos…

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