Un paseo por la Munich olímpica

Queramos o no, muchas veces tenemos ciertos prejuicios sobre los lugares que vamos a conocer. Ideas inconscientes derivadas de las cosas que leemos, escuchamos, vemos en el cine o en la televisión. Por ejemplo, si pienso en Londres inmediatamente se me viene a la cabeza Sherlock Holmes. Si visualizo Nápoles, imposible no recordar a Maradona. Y en el caso de Munich, lo asocio sin dudarlo con los Juegos Olímpicos de 1972, famosos por varias cuestiones.

En la actualidad el predio donde se desarrolló la mayor parte de la competencia es un hermoso espacio verde en las afueras de la ciudad donde los locales aprovechan para caminar, correr, pasear al perro o simplemente disfrutar del aire libre. Las instalaciones que albergaron los juegos todavía están allí, aunque en general lucen abandonadas o en obras. Incluso la joya del parque, el hermoso estadio Olímpico, se ve algo deslucido después de que los equipos de la ciudad —el Bayern Munich y el 1860 Munich— lo abandonaran en 2005 para mudarse al moderno Allianz Arena.

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Munich, sede de los XX Juegos Olímpicos

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El Nuevo Ayuntamiento de la ciudad, una joya neogótica

¿Pero qué sucedió en Munich 72 que lo hace perdurar en mi memoria? Varias cosas. La más importante quizás, el asesinato de once deportistas israelíes por el comando palestino “Septiembre Negro”, que se infiltró en la Villa Olímpica y tomó de rehén a una parte de la delegación judía, exigiendo la liberación inmediata de palestinos detenidos en cárceles de Israel.

Cuando los guerrilleros se dieron cuenta de que sus demandas no serían cumplidas intentaron escapar por el aeropuerto y se produjo una masacre que dejó como saldo once israelíes, cinco palestinos y un policía alemán muertos. A pesar de tamaña tragedia el Comité Olímpico Internacional decidió que los Juegos debían continuar y sólo suspendió la competencia por 24 horas en señal de duelo.

Menos de dos meses después del ataque el servicio secreto de Israel (Mossad) lanzó una misión secreta que tenía como objetivo asesinar a todos aquellos individuos que habían participado en el ataque. La historia de esta venganza y sus consecuencias fue retratada por Steven Spielberg en la película de 2005 “Munich”.

Estos episodios se inscribieron en la larga serie de conflictos entre israelíes y el mundo árabe, desde que en 1948 la ONU aprobara la creación del estado de Israel en Palestina, privando a esta última de más de la mitad de su territorio. En sucesivas guerras Israel fue incrementando su dominio hasta llegar al punto de ocupar toda Palestina y dejar a millones de personas sin hogar.

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El pabellón de exposiciones de BMW, otro símbolo de la ciudad

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Todos merecemos un descanso…

En el plano deportivo también sucedieron cosas importantes. El nadador estadounidense Mark Spitz fue la estrella absoluta de la competición consiguiendo 7 medallas de oro, lo que estableció un nuevo récord de cantidad de preseas doradas logradas por el mismo atleta en una sola edición. Lo curioso fue que con apenas 22 años y una promisoria carrera por delante Spitz decidió retirarse  al volver a Estados Unidos y dedicarse a las bienes raíces.

Otro hecho llamativo sucedió en la competición de fútbol, donde por primera vez se enfrentaron en un partido internacional las dos selecciones de Alemania, la Federal (bajo influencia norteamericana) y la Democrática (protegida de la Unión Soviética), con victoria final para los del bloque comunista por 3 a 2. La Alemania del este volvería a imponerse sobre su par occidental dos años después al verse las caras nuevamente en la Copa del Mundo, y ya nunca más jugarían entre sí.

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El hermoso estadio Olímpico, condenado a ser únicamente sede de recitales

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El Parque Olímpico alberga una especie de paseo de la fama con las manos de músicos famosos

La tensión derivada de la Guerra Fría también se sintió en el basquetbol, cuando en la final se encontraron nada menos que Estados Unidos y la Unión Soviética. Con tres segundos por jugar los americanos encestaron dos libres que los ponía arriba en el marcador por un punto. Los soviéticos sacaron del fondo pero no hicieron tiempo a nada, el árbitro terminó el partido y los yankis festejaron. Pero desde el banco rojo protestaron por un tiempo muerto que no les habían contabilizado, la mesa de control les dio la razón y obligaron a jugar tres segundos más, a pesar de las protestas norteamericanas.

Un jugador de la Union Soviética volvió a realizar el saque del fondo, pero esta vez realizó un impresionante pase de lado a lado de la cancha para encontrar a un compañero solo debajo del aro estadounidense, quien encestó el doble que significaría la agónica victoria y primera medalla de oro en la historia del basquet para otro país que no fuera Estados Unidos. Los norteamericanos se retiraron muy enojados y en señal de disconformidad rechazaron llevarse sus medallas de plata, las cuales todavía se encuentran en la sede del Comité Olímpico Internacional en Suiza.

Hoy, el Parque Olímpico de Munich parece haber olvidado casi por completo estas historias. Apenas algunas placas que recuerdan a los ganadores en cada disciplina, un pequeño monumento a los atletas israelíes asesinados y paneles que destacan los mejores momentos de los Juegos son los únicos testigos de los acontecimientos de 1972. Hasta el césped del estadio fue cubierto con cemento, sepultando para siempre el drama y la gloria de una competencia que, pese a todo, prevalecerá en mi memoria.

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El monumento a los deportistas de Israel

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