En ocasiones los nombres latinos son difíciles de pronunciar para la gente que habla inglés como idioma natal, lo que los vuelve dificultosos a la hora de decírselos a los neozelandeses. Por ejemplo, yo estuve como cinco minutos deletreándole “Facundo” por teléfono a una operadora que me tenía que decir mi IRD (algo así como un número de seguridad social).
Por eso, decidimos adaptar un poco cómo nos llamamos a los fines de un mejor entendimiento. Así, Rosario les dice que se llama María (lo cual es cierto) y yo les digo que pueden llamarme Alex (lo cual no es tan cierto, pero es una especie de derivación angloparlante de mi segundo nombre, Alejandro).
Pero este no es el único inconveniente que tenemos con los nombres. En el trabajo ni los jefes ni los otros empleados hablan español, pero sospechamos que pueden darse cuenta que hablamos de ellos si los nombramos. Por eso le pusimos a cada uno un nombre clave para poder hablar de ellos tranquilos. De esta manera, a Terry, nuestro contratista chino, lo apodamos Saruman, como el mago del Señor de los Anillos que en un momento es bueno y en otro es malo. Y al dueño del campo que trabajamos ahora (que a su vez es el jefe de Terry) le pusimos Sauron, como el jefe malvado en la misma película.
En la plantación en la que estamos la mayoría de los trabajadores son samoanos a los que Terry denomina “los profesionales” porque supuestamente tienen experiencia y hacen mejor el trabajo. Los apodamos “los tehuelches” porque su idioma es verdaderamente muy raro. Uno de ellos, al cual Terry deja a cargo cuando él no está porque es muy bueno en lo que hace, se llama Bob pero nosotros le pusimos Boudou, porque es el segundo al mando cuando el jefe no está.
También hay un alemán de nuestra edad al que Terry (Saruman) siempre le está diciendo que hace un buen trabajo y que es re buen empleado, así que por lo chupamedias del jefe lo apodamos Juan Cabandié. A su vez, el dueño del campo (Sauron) tiene un perrito que anda por la plantación todo el día al que sabiamente bauticé Loco Bielsa.
En cuanto a las personalidades, Sauron y Saruman son de lo más peculiares. Saruman (Terry, el chino) anda apurado el día entero y a todo lo que le decís te contesta “yeah, yeah” sin prestarte mucha atención. El otro, Sauron, del que desconocemos su verdadero nombre, está viniendo a cada rato a corregirnos lo que hacemos mal (casi todo). Además, nos hace preguntas insólitas como “¿estás feliz?” cuando estamos arriba de la escalera y está lloviznando.
En su plantación ya no hacemos picking de nectarinas sino thining de manzanas. ¿Qué es esto? Básicamente le sacamos algunas frutas al árbol (las más chicas o de peor color) para dejarles espacio a las otras así crecen mejor. Es un poco más tedioso que el picking y además ya no nos pagan por hora sino por árbol, con lo cual si vamos lento (lo que efectivamente ocurre) cobramos bastante poco.
Estas son algunas de las particularidades con las que convivimos a diario en esta travesía por Nueva Zelanda. Travesía que nos tiene a punto de cambiar de ciudad para vivir, pero esa es otra historia.