Como es normal cuando viajás a un país lejano del que no conocés mucho más que el nombre, durante los casi cuatro meses que llevamos recorriendo Nueva Zelanda nos topamos con numerosas curiosidades. De algunas teníamos noticia porque ya las habíamos visto en otros países, pero otras podemos dar fe que son únicas de este rincón del mundo. En todo caso, ninguna es normal en Argentina, pero tampoco hace a Nueva Zelanda mejor ni peor país que ninguno. Empecemos.
Automático: esto existe en muchos lugares del mundo pero no deja de ser una curiosidad para nosotros. Además de las cajas donde te atiende un empleado y te cobra, en cada supermercado hay unas seis maquinas que son como cajeros automáticos por donde uno escanea los productos que va a llevarse y luego selecciona un método de pago. Además te acepta efectivo y te da un montón de cambio.
Descalzos: esta es 100 % Nueva Zelanda. Nos ha llamado mucho la atención cuando hemos ido al supermercado o a otros lugares públicos el ver a mucha gente descalza. Pero no como si vinieran de la playa o no tuvieran para comprarse calzado, sino que van vestidos normalmente pero sin medias ni zapatillas. Extraño.
McDonald’s: otra que puede verse en el resto del mundo. En muchos McDonald’s o Burger King cuando comprás una bebida en vez de dártela ellos mismos te entregan el vaso vacío y vos lo llenás en la máquina. Es más, cuando se te acaba podés volver y rellenarlo cuantas veces quieras sin costo adicional.
Internet: una que nos sorprendió para mal: la conectividad en Nueva Zelanda es muy mala. Prácticamente no existe el wifi libre y gratuito en ningún lado y en todos los lugares que te ofrecen conexión te la dan de forma muy limitada: o por tiempo (una hora por día) o por capacidad de descarga (100 MB por día), con lo cual hay que olvidarse de pasarse las horas bajando películas como en Argentina.
Cercado: otra deuda neozelandesa. Todos, pero prácticamente todos los paisajes hermosos que uno conoce del Señor de los Anillos y los que vamos sumando durante esta travesía son privados. Todavía no hemos encontrado una ruta donde a los cinco metros como mucho no comience un alambrado que clausura cualquier posibilidad de acercarse a una montaña o a una pradera verde. El capitalismo también arrasa en esta tierra.
Talles: cuando uno piensa en Nueva Zelanda la asociación con los All Blacks, la mejor selección de rugby del mundo, es inmediata. Y por algo son casi invencibles. Los maoríes que hemos visto (serían los indígenas locales) son gigantes, tanto que en las tiendas de ropa venden hasta un talle que se llama 5 XXL, que es exactamente lo que parece: cinco veces más grande que el XXL que se vende en Argentina.
Parking: desconozco si esto existe en el resto del mundo (supongo que sí), pero el parking en las ciudades se aplica de una forma bastante peculiar. En cada espacio de estacionamiento hay una maquina con una pequeña pantalla que indica cuanto tiempo te podés quedar sin pagar. No me pregunten cómo, pero cuando te pasás de ese tiempo la misma máquina te dice “expired” (terminado) y te señala que estás en infracción.
Nafta: no es el único lugar del mundo que lo hace pero sigue siendo curioso. En las estaciones de servicio no hay playeros, es decir que cuando querés cargar nafta tenés que parar al lado del surtidor, bajarte, poner en la máquina el monto que querés cargar (o “fill” que significa llenar el tanque), sacar la manguera, ponerla en el auto, esperar a que termine, devolverla a su lugar, ir adentro de la estación y pagar.
Precios: a líneas generales se podría decir que no es muy barato, aunque si llevás vida de viajero el sueldo te rinde un poco más que en Argentina. Podés conseguir ropa nueva a partir de cinco dólares, bolsas de dormir usadas al mismo precio (como las que compramos nosotros, je), autos medianamente utilizables desde mil dólares y hasta una play station 2 a 20 dólares! (que increíblemente no compramos).