Roma es una ciudad inabarcable. Se la conoce como “ciudad eterna” no solo porque parece que ahí el tiempo se detuvo hace siglos, sino también porque da la sensación de que nunca se termina de recorrerla.
El Coliseo, el Panteón, la Fontana di Trevi, el Vaticano, el Palatino y sus piazzas son puntos obligados para cualquier visitante. Pero como nosotros ya habíamos estado antes, decidimos dedicar esta recorrida a explorar lugares un poco (no tanto) más alejados del circuito turístico tradicional. Nada que se escape a una búsqueda en Google, pero aun así sitios interesantes que no son tan concurridos.
¿Cómo cuales?
Porta Magica
La habitación que reservamos estaba a metros de la Plaza Vittorio Emmanuelle II. Un lugar lindo, pero que no dice mucho. Dentro, sin embargo, esconde una curiosa historia. Resulta que ahí construyó su villa el marqués Palombara, un conocido alquimista del siglo diecisiete (los restos de la “casita” todavía pueden verse).
Según la leyenda, el marqués alojó ahí a un joven estudiante de alquimia que, como él, soñaba con encontrar la fórmula que transformara el metal en oro. Cierto día, el estudiante desapareció, y en su lugar de trabajo el marqués solo encontró restos de oro y una serie de anotaciones extrañas, que no fue capaz de descifrar.
Entonces decidió construir una puerta e inscribir en ella los símbolos dejados por el estudiante, con la esperanza de que algún día alguien fuera capaz de descifrar lo que él creía la clave para lograr la alquimia.
La Porta Magica todavía puede verse en la Plaza Vittorio Emmanuelle II, aunque de lejos, porque está cercada. Así que nos quedamos con las ganas de intentar descifrar la fórmula y hacernos millonarios.
Quartiere Coppedè
Este barrio, que parece sacado de Alicia en el país de las maravillas, fue obra del arquitecto italiano Gino Coppedè. En realidad, llamarlo barrio es un poco pretencioso. Son apenas un puñado de cuadras, cuyos edificios extravagantes Coppedè construyó a principios del siglo 20 por encargo de la Sociedad Anónima Edilizia Moderna.
La entrada es un majestuoso arco de piedra, con variadas esculturas y una araña que cuelga a la intemperie. Desde ahí la calle desemboca en una pequeña piazza, alrededor de la cual se alinean bancos, oficinas de lujo y algunas embajadas (Marruecos, Suecia, Congo, entre otras).
Es un lugar que no tiene nada que ver con el resto de Roma y su historia, y quizás justamente por eso vale la pena verlo cuando se buscan atracciones menos conocidas.
Biblioteca Casanatense
Esta espectacular biblioteca debería estar abarrotada de turistas a toda hora, pero aunque apenas abre una hora y media por día, cuando fuimos nosotros no había nadie. La entrada no dice mucho: una puerta perdida en las callejuelas del centro histórico de Roma con un cartel casi ilegible. Pero adentro esconde una maravilla.
La biblioteca fue fundada por unos frailes dominicos en 1701, siguiendo instrucciones del fallecido cardenal Girolamo Casanate, que dejó en su testamento instrucciones, dinero y más de veinte mil libros para crearla. Hoy hay unos cuatrocientos mil volúmenes, seis mil manuscritos y dos mil incunables, que son libros impresos durante el siglo quince, en los primeros años de la imprenta.
Solo se permite visitar el Salone monumentale, que es la parte original de la biblioteca. Ahí, además de los antiguos manuscritos, hay dos enormes globos terráqueos del siglo dieciocho y una estatua del cardenal Casanate.
Y más…
Hay muchos otros lugares “secretos” en Roma. Como una cerradura desde la que se ve la cúpula de la Basílica de San Pedro, una puerta con forma de rostro humano, calles como Via Margutta y hasta una pirámide. Sí, Roma es realmente una ciudad inabarcable.
Muy interesante. Proximo viaje!!!!!si Dios quiere.