Game of Jobs

No sé si ya escribí sobre esto, o si a alguien realmente le importa, pero a continuación voy a describir brevemente cómo es esto de buscar trabajo en Nueva Zelanda, ya que sé lo raro que suena para los que están en Argentina, donde empezar a trabajar conlleva casi siempre una larga sucesión de demoras, entrevistas y trámites varios.

Para laburar en el campo es de lo más sencillo. Se echa mano a una lista de contractors (intermediarios entre vos y los dueños de los campos o a veces arrendatarios) que circula por la web y se les manda mensaje de texto a todos diciéndoles que querés trabajar y bla bla bla (a lo sumo a alguno se lo puede llegar a llamar si te interesa mucho). De diez mensajes que mandás te responde uno más o menos, pero ese casi siempre te hace ir al otro día para empezar. Así de fácil.

En la ciudad cambia un poco pero no se vuelve mucho más difícil. En este caso todo el trabajo (o el 90 %) está copado por las agencias de empleo, con lo cual podés ir directamente a visitarlas o mandarles mail (y te responderán que vayas personalmente…). Las agencias tienen una laaarga lista de trabajos temporales, especialmente para hombres, y después de llenar un par de papeles con tus datos casi siempre ya tenés trabajo para el otro día. Es prácticamente seguro que te toca ir a la construcción o a alguna fábrica, salvo excepciones.

También se puede buscar por Internet en TradeMe, una página de compra y venta como Mercado Libre pero que también funciona como bolsa de empleo. Pero es casi seguro que las aplicaciones que envíes por TradeMe también van a ir a parar a una agencia, aunque en este caso al menos estás aplicando para un puesto específico (así fue como entré a trabajar en la distribuidora del Countdown).

Hay veces que los laburos que te consiguen son a largo plazo (léase al menos cuatro o cinco semanas), pero a veces te cambian constantemente, ya sea porque no necesitan tanta gente, porque sos un holgazán, porque sos un mal trabajador, porque sos un sindicalista en potencia, etc. La rotación es algo interesante porque está la adrenalina de no saber a dónde vas a ir a parar al día siguiente (?), pero es desgastante porque todos los días es aprender a hacer algo nuevo, conocer gente nueva, ser el “che pibe” de un nuevo lugar, entre otras cosas.

¿De qué he llegado a trabajar en estos casos? Sin repetir y sin soplar: en la construcción de un piso de un depósito gigante, descargando un camión de materiales, demoliendo una casa, limpiando una obra, en una maderera, en una empresa de muebles, armando andamios en un edificio, y creo que no me olvido ninguno.

En algunos lugares realmente te necesitan y en otros sólo te llevan porque les conviene. ¿Por qué? En una obra grande, la constructora principal contrata subconstructoras y les da una determinada cantidad de dinero por cada empleado que lleven. Entonces las subconstructoras piden gente en las agencias, les dan una comisión, a vos otro poco y ellos se quedan el resto que les dio la constructora principal (lo cual es mucho más de lo que te pagan). Negocio redondo.

En estos lugares realmente no les interesa mucho que trabajes o no, a menos que sea demasiado evidente. Por ejemplo, cuando estaba en la subconstructora que se encargaba del piso de un depósito, he ido a preguntarle a los supervisores qué hacer y me han respondido cosas como:

─Hacé como que trabajás.

─Ponete las manos en los bolsillos y mirá.

No es joda, 100 % real.

La otra cara de la moneda es cuando te mandan a realizar trabajos durísimos por la misma plata que cuando no hacés nada. Un claro ejemplo de esto fue cuando con mi amigo Juan trabajamos para una empresa de muebles (o algo así), donde desde que llegamos nos pusieron a descargar un conteiner gigante de rollos de una especie de membrana que pesaban fácil 30 kilos cada uno.

Después de unos 45 minutos de hacerlo sin parar, con los hombros, los brazos y la espalda a la miseria, y viendo que sería igual durante el resto del día, le avisamos a uno de los que trabajaban ahí que nos íbamos y fuimos a la agencia a explicar qué había pasado.

Nos recibió un empleado re caliente que nos quiso sermonear y nos acusó de haberle hecho perder un cliente importante. Nosotros le recriminamos que el trabajo era muy pesado, que no nos habían dicho que sería así y que nos era imposible levantar un rollo más después de una hora, pero el tipo no quiso entender razones y ese fue el fin de nuestra relación (?). Encima nos dijo que no nos iban a pagar por nuestra hora trabajada.

Como verán, hay para todos los gustos. Buscar trabajo en Nueva Zelanda también puede ser una sucesión de aventuras y disputas imprevisibles al estilo Game of Thrones.

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