Gaiman, la capital galesa de la Patagonia

Si uno va manejando por la Ruta Provincial 7, por la zona que los lugareños conocen como “las chacras”, llama la atención cuando, al doblar una curva a noventa grados, se ve a la izquierda una escuela bautizada como Bryn Gwyn. Llegados a ese punto, cabe preguntarse si estamos en la Patagonia argentina o en la campiña de Gales.

Bryn Gwyn es la expresión galesa para “loma blanca”, bautizada así esa zona del valle del río Chubut por las bardas (laderas) de ese color que se erigen en los alrededores. Es apenas un detalle que simboliza lo que es Gaiman, un pueblo de seis mil habitantes atravesado por calles con nombres como Berwyn, Owen, Williams, Hughes, Morgan, Thomas, Evans y muchos otros.

¿Y qué tiene que ver esta pequeña localidad patagónica con la distante Gales, diez mil kilómetros más al norte? Todo empezó a mediados del siglo diecinueve, cuando una gran parte del pueblo galés estaba disconforme con la administración británica. Básicamente, tenían malas condiciones laborales y su cultura estaba aplastada. Entre otras restricciones, la enseñanza escolar solo se daba en inglés y el galés estaba prohibido.

Michael Jones era un pastor nacionalista que soñaba con fundar “una nueva Gales”, lejos del yugo británico. Para tal fin, reclutó voluntarios, buscó financiación y consideró la radicación de la colonia en lugares tan distantes como Australia y Nueva Zelanda. Finalmente eligió la Patagonia, por varias razones: su aislamiento, el conocimiento del área por parte de exploradores británicos, y la oferta del gobierno argentino de donar tierras en la ribera del río Chubut, a cambio de colonizar la región, habitada por los indios Tehuelches.

Cuando intentaba convencer a la gente para la aventura de mudarse al otro lado del mundo, Jones se iba un poco de boca. Para el caso, convenció a todos los voluntarios de que las tierras que iban a habitar eran “una nueva Gales”, algo que, claro, estaba muy lejos de la realidad. Los 153 galeses que desembarcaron en las costas de lo que hoy es Puerto Madryn el 28 de julio de 1865 deben haberse sentido estafados. Aquello era árido, plano y sin agua dulce a la vista. Nada tenía que ver con las praderas, las montañas y los flujos de agua natural que abundaban en Gales.

Pero ya estaban ahí, y no había forma de regresar, así que se pusieron manos a la obra. Se internaron en la meseta para buscar agua, y en septiembre de ese mismo año fundaron Trerawson (pueblo de Rawson), en honor a las gestiones realizadas por el Ministro del Interior, Guillermo Rawson, en favor de la colonia. Abrieron escuelas, dictaron sus propias leyes, construyeron capillas y canales de riego. Pero lo más importante que lograron fue poder ejercer su cultura libremente. Cuando Trerawson fue arrasada por una inundación a finales del siglo diecinueve, Gaiman pasó a ser la sede del gobierno galés en la Patagonia.

De toda esta historia no solo quedaron calles conmemorativas, algunos museos, capillas, escuelas y hasta el Eisteddfod, un festival literario y musical muy popular en la cultura galesa, sino también las casas de té, donde se toma el tradicional té galés.

En los inicios de la colonia los habitantes eran pobres y trabajaban de sol a sol, por lo que comían una sola vez al día. En esa comida se bebía té y se ponían todos los alimentos disponibles, lo que hacía que siempre hubiera mucha variedad. Las porciones eran pequeñas, para racionalizar, porque todo debía durar varios días.

El alimento estrella de la ceremonia del té era la torta galesa. A pesar de su nombre, nunca existió como tal en Gales, sino que fue una invención de los que migraron a la Patagonia. Sus ingredientes básicos son harina, agua, nueces, azúcar negra, margarina y algunos otros, que le dan un importante valor nutritivo y una larga conservación, dos atributos fundamentales en la colonia galesa del Chubut, donde los alimentos escaseaban y las condiciones climáticas eran duras.

En la actualidad hay unas cuantas casas de té galés en Gaiman, con distintas características. Plas y Coed, por ejemplo, es la más antigua, con una construcción que data de 1880. Su servicio es excelente, e incluye, además del té en hebras servido en una tetera cubierta por lana tejida, scones, pan con manteca, torta de crema, dulces caseros y, por supuesto, torta galesa.

Ty Te Caerdydd, en tanto, no es tan tradicional, pero es la más famosa de la zona, porque en 1995 fue visitada por Lady Di, princesa de Gales. Las razones de que la princesa eligiera esa casa de té en particular y no otra con mayor historia todavía generan resentimiento en Gaiman. Según se cuenta en la zona, Miguel Angel Mirantes, el dueño de Ty Te Caerdydd, conocía a Diana Spencer de antes, de algún paso por Europa, y fue por eso que su establecimiento resultó favorecido. La versión tiene sustento, sobre todo si tenemos en cuenta que Mirantes no suena como un apellido con ancestros galeses, aunque él asegura lo contrario. Además, no habla el idioma, y en 2018 fue reelegido como presidente de la Asociación Española de Gaiman.

Y aunque ver las fotos y el mobiliario exacto que usó Lady Di en su paso por la Patagonia tiene su encanto, la verdad es que Plas y Coed resulta una visita más genuina. No solo respeta mejor el menú original del té galés, sino que además funciona en una auténtica casa galesa del siglo diecinueve, mientras que Ty Te Caerdydd parece una hacienda española, con un jardín sacado de Alicia en el país de las maravillas.

El curioso jardín de Ty Te Caerdydd

Nos vamos de Gaiman por la ruta 25, y seguimos rumbo a Dolavon, el pueblo vecino, también fundado por los galeses (el nombre significa “prado junto al río”). Dicen que todavía vive ahí un pariente lejano del futbolista Michael Owen, así que bien vale una visita.

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