Cuatro caras del norte de Italia

Si en verdad existe una marcada diferencia entre el norte y el sur de Italia nosotros no tenemos dudas: bancamos al sur. De algún lado sacamos que en el norte las ciudades no tienen gracia, que la gente es más fría y que la opulencia recorre las calles. Algo de eso quizás hay, pero también descubrimos que es muy difícil hablar de una región homogénea ya que no encontramos dos lugares similares geográfica o culturalmente.

Florencia, la predecible

Florencia me pareció de esas ciudades que se pasan de amigables. Que de tan buenazas pueden llegar a pasar completamente desapercibidas. Ciudades como Melbourne o Christchurch, donde la vida es bella y todo es color de rosas pero que al cabo de un tiempo empezás a buscar desesperadamente la salida. Sus calles son limpias y ordenadas, el transporte público cumple en general con el horario, las paredes carecen casi por completo de grafitis y nadie levanta la voz para hablar. Además, el aliciente de llegar de Nápoles ayuda a crear la sensación de haber cambiado de país.

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Florencia

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Se suele decir que Florencia es la capital del arte y no voy a ser yo quien lo desmienta. Edificios, galerías, puentes, esculturas, cuadros y otros son consideradas obras maestras por los que saben. Digo los que saben porque a mi vista no hay diferencias entre el David de Miguel Angel que se encuentra en la Galería de la Academia y las réplicas de la Piazza della Signoria y de Piazzale Michelangelo.

A propósito del David, hay que decir que esta visita nos pareció un poco cara. Lo dicho, quizás para los amantes del arte pagar 12,50 euros para ver una de las obras maestras del Renacimiento está más que justificado, pero en nuestro caso nos hacía dudar. Por suerte, dio la casualidad de que estábamos en la ciudad a inicios de abril y el primer domingo de cada mes todos los museos son gratuitos. Así que tras un madrugón para estar temprano en la fila pudimos ver el famoso David sin pagar una moneda y encima con muy poca gente porque fuimos de los primeros que entramos a la galería.

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Todo el David para nosotros

El mismo día aprovechamos también para entrar a la Galería Uffizi, un enorme recinto que alberga muchísimas pinturas famosas… para los que saben. Como no era nuestro caso buscamos en la página oficial del museo un itinerario diseñado para novatos con una orientación básica para ver lo principal. Así contemplamos trabajos de Da Vinci, Botticelli, Rafael, Caravaggio y otros importantes artistas italianos. A propósito de estos nombres, ¿alguien se ha puesto a pensar por qué las Tortugas Ninjas se llamaban como los mejores creativos del Renacimiento?

Toscana, la encantadora

Más allá de gustarte o no Florencia la visita es obligada más no sea para utilizarla de punto estratégico para visitar la región de Toscana, de la cual es la capital y ciudad más poblada. Se trata de un territorio abundante en colinas y montes verdes, con pequeñas poblaciones medievales que rompen la monotonía de los colores. De todas ellos nosotros visitamos dos, Siena y San Gimignano.

Siena es una ciudad con una importante población universitaria, ya que alberga una de las instituciones educativas más prestigiosas de Italia. Está en lo alto de una colina rodeada de murallas que sólo pueden atravesarse por alguna de las puertas de estilo romano que hay cada algunos kilómetros. Dentro no hay dos calles seguidas llanas ni rectas y es un laberinto de casas de ladrillos vistos y tejas desgastadas por el paso del tiempo.

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Siena, un paraíso medieval

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En el centro de Siena está la Piazza del Campo, una enorme explanada de cemento al estilo de todas las plazas italianas, sin árboles ni césped. Dos veces al año se realiza allí una importante carrera de caballos conocida como el Palio de Siena donde se enfrentan todos los distritos de la ciudad y convoca a una multitud.

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Piazza del Campo, pintoresca pero… un árbol por favor!

San Gimignano es un pequeño pueblo no muy lejano, también de edificación medieval y caracterizado por altas torres de piedra que dominan la localidad. Aparentemente por esa época las familias adineradas competían entre sí para ver quién construía la torre más alta, símbolo de poder y riqueza. Hoy en día algunas de esas torres se pueden visitar y hasta alojarse en ellas por el módico precio de 250 euros la noche.

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San Gimignano

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Las famosas torres

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Desde casi cualquier lugar del pueblo hay impresionantes vistas de la Toscana

Milán, la insípida

Cuando se piensa en Milán se la suele relacionar con el mundo de la moda, el lujo, los excesos de Berlusconi y tal vez el poderoso AC Milán si les interesa el fútbol. Bueno, tras pasar unos días recorriéndola tenemos que decir que la moda se reduce a un conjunto de tiendas carísimas (Prada, Armani, Chanel, etc) en una calle vulgar, el lujo no se ve por ningún lado pero sí un abandono general más cercano a Nápoles que a Florencia y el equipo de Berlusconi hace años que no le gana a nadie. Sí, Milán es vendehumo.

Caminamos un montón y le dimos su oportunidad pero no hubo caso. El castillo de los Sforza, que gobernaron la ciudad en el siglo XV, estaba bien pero tampoco nada especial, la catedral, la más grande de estilo gótico del mundo, no se veía muy diferente a otras de ciudades vecinas y el barrio de Navigli, la zona de los canales epicentro del after office local, se parecía a La Boca con las aguas llenas de residuos de todo tipo, las fachadas arruinadas y numerosas obras en construcción.

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Los Sforza se apretaban en esta casita

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La catedral

Lo único que valió la pena de nuestra visita a Milán fue contemplar La Última Cena de Da Vinci. Una ironía, para nosotros que no somos precisamente fanáticos del arte. Pero la verdad es que nos impresionó el realismo del mural, la forma en que Leonardo describió el momento en que Jesús anuncia que alguien lo traicionará pronto y la minuciosidad con la que creó la pintura a lo largo de tres años.

Y pudimos verla de casualidad. Para poder entrar a la sala de la iglesia donde se encuentra hay que reservar turno por internet con mucha antelación, algo que no habíamos hecho. Pero por las dudas la noche anterior entramos al sitio y para nuestra sorpresa el único día del mes que tenía lugares disponibles era el siguiente. Así pudimos apreciar en vivo la obra de ese gran artista que tantas veces habíamos visto parodiada en el cine y la televisión.

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Venecia, la incomparable

Nuestros días en Italia llegaron a su fin en Venecia, la ciudad de los canales archiconocida en el mundo entero aunque en su vida se haya puesto un pie allí. Y aunque parezca un cliché, fue el lugar que más nos gustó de todos los que conocimos en el país.

Aunque nos lo contaran o lo hayamos visto mil veces en la televisión es difícil tomar dimensión de lo que es una ciudad donde no circulan en absoluto los ciclomotores y en lugar de calles hay vías de agua. Cada “cuadra” consiste en una arbitraria y desorganizada suma de edificios bajos que hacen las veces de casas y negocios, atravesados por pasadizos estrechos prácticamente irreproducibles en un mapa. Para cruzar la calle/canal no hay más que utilizar alguno de los cientos de puentes peatonales que conectan cada pequeño islote con el siguiente.

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Así de estrechas pueden llegar a ser las calles en Venecia

En Venecia en lugar de colectivos hay vaporettos, embarcaciones tipo catamarán que realizan paradas en diferentes muelles igual que cualquier transporte público en el resto del mundo. Otros medios de moverse son los taxis, lanchas bastante lujosas y caras que realizan servicio puerta a puerta (en la medida de lo posible), y las legendarias góndolas. Aunque respecto a estas últimas hay que mencionar que no tienen ni por asomo la magia que se les otorga en la cultura popular. Suelen transportar hasta seis personas, el gondolero nunca canta y la mayoría de las veces va hablando por teléfono o escuchando música.

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Embotellamiento de góndolas

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Típicas máscaras de carnaval veneciano

Si bien por todos lados hay negocios y gente, a veces basta con alejarse unos pocos metros de las arterias principales para encontrarse absolutamente solo en medio de una calle angosta, apenas quizás con algún que otro bar frecuentado por gente del lugar que toma el café de pie en la barra, algo muy común en Italia. Si es más cerca de la hora de la cena en vez del espresso tendrán en sus manos una bebida fría de color naranja, el clásico spritz veneciano, consistente en vino prosecco, Aperol, soda y una cáscara de naranja. Un excelente aperitivo para abrir el apetito antes de comer.

Cuando cae la noche Venecia se vuelve todavía más hermosa. Las hordas turísticas que la azotan  de día ya no son tales, el murmullo se acalla y sólo quedan en el aire algunas melodías de los artistas callejeros que salen a ganarse un extra cuando cae el sol. En la Plaza San Marco la gente baila al compás de la orquesta que ameniza la cena en un restaurant al aire libre, con un repertorio que incluye algunos tangos. Sí, definitivamente en Venecia se respira felicidad.

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Plaza San Marco, el centro de la ciudad

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Venecia en la tranquilidad de la noche

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